Ignacio MUCIENTES MUCIENTES

Ingeniero Agrónomo

Decano del COIACLC

 

Decía Camilo José Cela Trulock (1916-2002) que en esta vida el que resiste vence, ¡¡y es verdad!!. Es verdad que el que obra con prudencia y moderación mientras duran las turbulencias sale adelante y salva el pellejo; no debemos de olvidar que por duro que sea todas las crisis económicas son una magnífica oportunidad para crear nuevas unidades de producción y ponerlas en funcionamiento con el objeto de incrementar el tejido productivo de nuestra economía. Deseable sería por otro lado que esa crisis durase el menor tiempo posible y se ayudase en la medida de las posibilidades a los empresarios a paliar la entrada de euros en sus respectivas cuentas. Pero, si bien parece, nuestros representantes políticos están a otros menesteres.

Si echamos un ojo al sector agrario, columna vertebral del medio rural, podemos observar que el panorama es bastante desolador. Todos los inputs necesarios para producir un kilo de trigo (por ejemplo) se han disparado considerablemente en los dos últimos años: fertilizantes (según el Banco Mundial se ha incrementado en un 70% su precio con respecto a 2021 y su incremento se debe, en buena parte, a la fuerte subida del precio del gas); herbicidas (subidas del 30-40% de media con respecto al año pasado); combustible (el gasoil agrícola presenta una media de 1.55 €/litro aunque ha llegado a estar a 1.66 €/litro de media); luz (el pasado 23 de agosto subió hasta los 365,33€/MWh desde que se empezó a aplicar la “excepción ibérica” para topar el precio); grasas y lubricantes (subidas del 15-20% de media); seguros; otros……. Es verdad que el trigo cotiza al alza con respecto a años anteriores (a mitad de agosto se situaba en la Lonja de León a 346 €/Tm; la cebada en 323 €/Tm; avena y centeno son cotizaciones similares); los forrajes (avena, 147€/Tm; veza henificada 184€/Tm y alfalfa empacada 267 €/Tm). Pero, si bien esas subidas del precio de las materias primas no son las necesarias para incrementar la rentabilidad de nuestras explotaciones porque lo que ganamos por un lado se va por el otro. A todo esto, hay que añadirle el panorama más que complejo de una desbordada inflación que recientemente se ha situado en el 10.8% (9.36 % resto de Europa, casi el 10% en USA y 10.1% en UK), con lo que la inflación acumulada a lo largo de 2022 es del 5.8% en España. Economistas y analistas financieros pronostican que seguirá subiendo en este otoño próximo con lo que se espera una etapa muy dura en muchos hogares ya que se presenta a corto plazo un descenso generalizado del consumo de los alimentos (especialmente los que componen la “cesta de la compra”). Aquí y más que nunca es necesario pedir con urgencia que lo políticos tomen medidas económicas adecuadas para tratar de acortar la subida de precios. El mercado es caprichoso y selectivo: va a dejar continuar a los más aptos, válidos, competentes y mejor capacitados. Aquí, la FORMACIÓN (en las tres vertientes: humana, técnica y profesional) va a ser clave. Por tanto, la pregunta a realizarse será: “¿Resistiremos?”. Estoy convencido de que sí porque tenemos los mejores medios y los mejores profesionales. No debemos de olvidar que no hay teoría más social que la propia ECONOMÍA.

Los años 2020 y 2021 fueron cosechas MUY BUENA y BUENA respectivamente. Todo parecía que en 2022 se podría repetir estas calificaciones porque muy pocas veces se ha podido ver el campo también presentado como lo estaba este año en la primera quincena del mes de mayo. Sin ser un año para tirar cohetes, la climatología se portó bien (estacionalmente hablando) y todo presagiaba que la cosecha de cultivos COP de este año sería interesante. Pero, la realidad ha sido otra completamente distinta y para rematar el año agrícola (1 de septiembre a 30 de junio) en vez de tener agua tuvimos un alza de temperaturas anormales para este mes por encima de los 33ºC en muchas zonas que dio al traste con buena parte de la cosecha, pues según muchos técnicos esos calores restaron, de media, entre 0.8-1.2 Tm/Ha de grano y dejaron a éste con el aspecto de la lengua de pájaro (del peso específico, mejor no hablar). En la legumbre, el panorama es más desolador pues ha habido muchas parcelas en las que no se ha metido el peine de la cosechadora y el grano ha quedado en las mismas. Queda por cosechar el girasol, pero el resumen que se puede hacer en cereales es que ha sido una cosecha muy irregular con producciones que en zonas muy concretas han rondado las 3 Tm/Ha y en otras no han llegado a las 1.6 Tm/Ha (con picos al alza y baja de estas cifras, como ocurre siempre).

José Vicente, Ingeniero Agrónomo, y perteneciente a una familia de agricultores de generaciones atrás me dice que en el campo hay una regla que se ha de cumplir siempre; y ésta no es otra, que la del 60-60-40. Es decir, 60 litros en marzo; 60 litros en abril y 40 en mayo porque lo que llueva en junio, aunque se agradece, poco hace ya por lo general. Dice el sabio refranero castellano que abril y mayo son las llaves del año; abril este año nos permitió soñar porque veíamos nuestros graneros repletos y mayo nos hundió nuestros deseos en un pozo porque el preciado elemento, el agua, brilló por su ausencia y la cosecha se fue al traste.
Vamos a ver cómo se comportan los frutales y como se desarrolla la vendimia para cerrar este año agrícola, que no va a pasar precisamente a los anales de la historia dentro del grupo de “A RECORDAR”.

Una vez más podemos comprobar que la agricultura es una ciencia puramente biológica y que los balances anuales no valen.

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