Por Ignacio MUCIENTES
(Ingeniero Agrónomo – Decano del COIACLC)


Si hubiese que calificar con una sola palabra la cosecha de 2019, la misma podría ser: irregular, porque el año no va a pasar a los anales de la historia de la agricultura por su cuantiosa productividad, sino más bien por lo contrario.

Aunque la temporada no arrancó mal con buenas lluvias a finales de octubre, en noviembre empezaron las heladas que se prolongaron durante mes y medio, para enlazar en febrero/marzo con un calor impropio de las fechas. Ya lo dice el sabio refranero “cuando en marzo, mayea; en mayo, marcea”. Y así fue. De tal manera que en los meses que constituyen “las llaves del año” hubo escasez de agua (50 litros en abril y entre 5 y 8 en mayo). Y todo ello acompañado de heladas  y nieblas que dañaron seriamente a los cultivos en sus primeros estadíos. A finales de junio, cuando ya estaba todo prácticamente hecho, sobrevinieron las típicas tormentas de finales de primavera.

El campo es agradecido y, con poco, en su justa medida y proporción y a su debido tiempo, responde bien. Este año, demasiado bien. De otro modo no se puede entender cómo en producciones en el secano de ciclo largo se hayan obtenido medias que van  desde las 2.2 hasta los 2.8 Tm/Ha, con “picos” al alza en numerosas parcelas. Otra cosa distinta es el tardío, porque todo lo que se sembró de diciembre en adelante manifiesta un descenso acusado en producciones (muy acusado en algunas zonas). Un número representativo de parcelas de secano han alcanzado medias  de 0.9-1.3 Tm/Ha.

Los cereales de regadío, a la espera de meter el peine en parcelas de la zona septentrional, han salvado “los muebles”, si bien hay que apuntar que el descenso de producciones con respecto a otros años está asegurado.

Las leguminosas de secano (especialmente la alfalfa) han presentado producciones muy bajas, lo que ha motivado que muchos profesionales no hayan procedido a un segundo corte. En lo que a proteaginosas respecta, se podría decir exactamente lo mismo.

Especial atención merece el girasol; aunque la escasez de lluvias en los primeros meses hizo que se perdiese mucha planta, las que aguantaron han tirado para arriba gracias al agua de las tormentas, que en zonas tierracampinas de León, Palencia y Valladolid han provocado importantes destrozos. Por lo que se refiere al viñedo, todo hace pensar que será un buen año. Sobre el maíz, la patata y la remolacha no habrá otro remedio que esperar acontecimientos.

Resumen: cosecha irregular, en función de ciclos y zonas.

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