Ignacio MUCIENTES MUCIENTES

Ingeniero Agrónomo

Decano del COIACLC

 

Con frecuencia oímos las quejas de la gente que vive en el medio rural sobre el estado de las carreteras (nacionales, autonómicas, primarias, secundarias, terciarias; o incluso autovías o autopistas) que conducen a nuestras ciudades y a nuestros pueblos. Son quejas que caen en el olvido porque nuestros políticos- de todos los colores- ni las oyen ni las escuchan, aunque son los primeros que siempre dan buenas palabras a los problemas que se presentan en el medio rural.

Poco podemos hacer por rescatar del hundimiento a los pueblos que forman un raquítico padrón si las vías de acceso a los mismos no están en perfectas condiciones. Es incomprensible cómo se puede inaugurar una vía, del tipo que sea, y en unos pocos meses el carril derecho, el que más tráfico soporta, presenta desperfectos en el firme; desperfectos que pueden perdurar  en el tiempo y que hacen que muchas veces la gente se plantee dejar de ir a algunos sitios por no exponerse a los numerosos riesgos que implican no tener un firme en buenas condiciones.

Por tanto, no hay que extrañarse del empeoramiento del medio rural. Si a este tema le unimos el de la carencia de los servicios más básicos en muchos pueblos, tenemos el caldo de cultivo perfecto para ver cómo poco a poco todo se va al garete.

Dicho queda.

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