Por Ignacio MUCIENTES
(Ingeniero Agrónomo · Decano del COIACLC)


Recuerdo que siendo “chiguito”, al inicio del otoño en mi pueblo, los agricultores quemaban los maraños restantes (entonces no se estilaba la tarea de empacar y los ganados ovinos y caprinos no los aprovechaban en su totalidad).

El objetivo era eliminar los restos de cosecha, generar cenizas ricas en potasa que posteriormente se empleaban como abono por los futuros cultivos, cargarse insectos, ácaros, arácnidos, artrópodos y demás fauna y, por supuesto, liberar las tiernas de malas hierbas y plantas muertas que se encontraban en sus primeros estadíos, o limitar plagas.

Uno de los argumentos esgrimidos actualmente por los detractores de estas prácticas es que prohibiendo las quemas se evita quemar superficies que no son objeto de aprovechamiento agrícola, y se reducen considerablemente las denuncias entre colindantes de terrenos. Por otro lado, planteamientos técnicos demuestran que las quemas también generan perjuicios en los lugares en los que se desarrollan, por lo que no son tan buenas como creían nuestros mayores. La erosión del suelo y la pérdida de materia orgánica, la destrucción de la microvida, la contaminación de las betas de agua por las cenizas, la pérdida de humedad, la generación de dioxinas, la afección al sistema respiratorio y cardiovascular de las personas al inhalar los humos o la contaminación del aire, son algunos de los efectos perjudiciales.

Por eso pienso que nada es negativo o positivo per se sino que todo en su justa medida y proporción puede ser beneficioso. Informes emitidos por diversas universidades españolas aseguran que el uso del fuego bien empleado no genera tantos perjuicios como se cree y que su uso correcto produce menos daños que muchos productos utilizados.

 

Showing 3 comments
  • Manuel S G
    Responder

    El fuego, bien dirigido y controlado, purifica y regenera.
    El fuego no solo proviene de la acción humana, es también un fenómeno natural, como tantos otros.
    El fuego sirve y se utiliza para combatir incendios y es un instrumento de gran utilidad para prevenirlos.

  • Marcos
    Responder

    Me parece un artículo muy interesante y como bien comentáis es un debate que lleva abierto muchos años, al permitir la quema de restos de cosechas para generar abono. En mi opinión creo que se debería encontrar un termino medio, no creo que se deba prohibir pero si se debe de hacer de forma controlada y segura, sobretodo para evitar posibles daños e incendios indeseados. Lo que esta claro es nunca vamos a estar todos contentos y siempre habrán múltiples opiniones al respecto.

  • Alvaro Picardo Nieto
    Responder

    La prohibición de las quemas, con su incorporación a la condicionalidad de las ayudas de la PAC en el periodo 2007-2014, fue claramente beneficiosa, pues permitió acabar con un gran número de incendios forestales provocados en toda España por quemas realizadas sin los controles debidos.

    No obstante, es evidente que las prohibiciones no son nunca la mejor solución y, si los titulares de las explotaciones agrarias adoptaran las medidas de control que garanticen que el fuego consuma sólo los restos previstos y no escape de las parcelas que se pretende quemar, en este nuevo contexto de respeto generalizado, cabría plantearse plantear una normativa más flexible.

    No obstante. el problema de las quemas de pastos persiste en ciertas comarcas del noroeste y es algo a solucionar también por la vía de la condicionalidad a las ayudas.

    La actividad agraria es imprescindible para producir alimentos, mantener el paisaje y otros servicios ecosistémicos, pero requiere respeto a otras actividades del territorio y evitar daños innecesarios al medio ambiente.

Deja tu opinión


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.