Ignacio MUCIENTES MUCIENTES

Ingeniero Agrónomo

Decano del COIACLC

 

Unos participan de la idea de que el hombre es el verdadero responsable del cambio climático con el desarrollo de modos de vida irresponsables y la apuesta por la industrialización “salvaje”; otros, argumentan que son ciclos climáticos en los que se alternan las etapas más húmedas con las más cálidas. Sea como fuere, lo cierto es que nuestras estaciones climatológicas no son como era hace cinco lustros. Pero, sea lo que sea, para muchos hoy hace más calor, llueve menos y las estaciones climatológicas están alteradas.

Recuerdo que en la capital vallisoletana era muy frecuente en la década de los ochenta del pasado siglo contemplar tres y cuatro jornadas seguidas de niebla; los días de lluvia eran mucho más que los que se registran hoy en día y las heladas con temperaturas en la provincia de -13 y -15ºC eran frecuentes. El milagro se producía cuando a finales del mes de febrero y principios de marzo se empezaba a calentar la tierra debido al incremento de las horas de luz y la naturaleza despertaba.

Estos años atrás hemos podido contemplar cómo los almendros florecen en invierno (incluso en la segunda quincena de febrero); las heladas son mínimas; los días de lluvia han disminuido; muchos acuíferos se han reducido considerablemente y la temperatura se ha incrementado hasta tal punto que en muchas zonas no se han producido los periodos de vernalización tan necesarios para determinadas especies. Esto, por no hablar de plagas y enfermedades que han hecho su aparición por la alteración del clima y que han provocado que, con algunas excepciones, las cosechas se hayan resentido, tanto en cantidad como en calidad.

Todo hace indicar que en 2020 “la cosa” no sigue el curso de los últimos tiempos y que todo parece volver a la normalidad. Es decir, ha llovido más; las heladas han aparecido a su tiempo; las nieblas, aunque no duraderas en días, se han prolongado durante noviembre y lo que llevamos de diciembre; los carámbanos han aparecido en muchos de los tejados de nuestros pueblos; y, lo mejor de todo (desde el punto de vista agronómico): la nieve ha hecho su aparición. Los meteorólogos prevén más nevadas para enero y febrero, incluso en zonas de escasa altitud. Bueno, por lo menos, parece que hemos recuperado algo de “normalidad climatológica”.

Esperaremos a ver cómo pinta el futuro, aunque hay síntomas de que pueda venir un año parecido a los de antes desde el punto de vista climatológico

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